Grandes perdedores del siglo XX. Hoy: Wilt

Hace unas semanas (ya sabéis que somos como las típicas revistas malas de tendencias. Todo llega unas semanas tarde) estuve en la Feria del Libro de Madrid, visita que suelo repetir cada año ya que saca una de mis pasiones, los libros, a un entorno muy agradable, el Retiro (aunque molaría más que fuera en Endor ya que allí, además de árboles, hay ewoks y barbacoas). El caso es que allí me sometí a una serie de actividades extremas:

* Tomarme un calipo de lima-limón. Uno de los pocos placeres que disfruto todos los veranos sin excepción.
* Ñoñear.
* Hacer cola para ver a Ibáñez. Y luego, ver a Ibáñez.
* Padecer la alergia. Eso es lo bueno de que este blog no lo lea nadie, puedo hacer este tipo de confesiones sin que afecten a mi carrera de superhéroe. Superman tiene su kriptonita, Batman tiene aquellas fotos en actitud harto cariñosa con Robin con las que le chantajean... pues yo tengo el polen.
* Charlar con un autor: Andrés Díaz Sánchez. Muy amablemente estuvo comentándome, entre otras cosas, su último libro.
* Comprar un par de libros: Bosque Mitago, de Robert Holdstock, y Wilt no se aclara, de Tom Sharpe.

De estos dos libros, Bosque Mitago es el que estoy leyendo ahora (actualización: lo terminé hace un par de días, ya...) y me tiene bastante enganchado. Pero la estrella de este post va a ser Wilt.

Gigamesh cuida mucho sus ediciones. A cambio del peloteo que aquí les hago, ¿podrían sacar ya nuevo libro de Canción de Hielo y Fuego

Ya terminé de leer Wilt no se aclara y, al igual que me pasó con la segunda y la tercera parte (Las tribulaciones de Wilt y ¡Ánimo, Wilt!, respectivamente), la sensación ha sido rollo "no está mal, pero nunca será lo mismo". Es que, para mí, el primer libro de Wilt, tuvo un algo especial.

Henry Wilt es un perdedor, y por eso nos mola. Su esposa es una apisonadora, y su trabajo es bastante frustrante (es algo así como un profesor de literatura en un instituto de formación profesional en el que, las cosas como son, a los alumnos les interesa tanto la literatura como... bueno, como a vosotros, mis pequeños chimpancés comequesitos. Y si no es así, ¿qué hacéis desperdiciando tiempo de lectura aquí? (Nota de PLE: El redactor de esta noticia ya ha sido despedido. La posición oficial de PLE siempre ha sido de respeto hacia sus lectores, a los que consideramos insignes humanistas y gente de bien).

En fin... ¿por dónde íbamos? ¡Ah, sí! Aquí es donde os meto spoilers. Pero no os pongáis nerviosos, que os voy a destripar menos de lo que haría la lectura de cualquier contraportada. Y, al fin y al cabo, os gustará saber de que se trata el libro, ¿no?

Henry fantasea con cambiar su vida. Y una forma directa, sería librarse de su esposa. De estas reflexiones surge un plan, y una noche de borrachera, decide hacer un ensayo general con una muñeca hinchable. Pero claro, en el estado en el que está surgen mogollón de complicaciones, sobre todo a la hora de deshacerse del cadáver de plástico.

¿Y qué pasa entonces? Pues que la señora Wilt desaparece en circunstancias misteriosas y mogollón de testigos afirman haber visto a Henry llevando lo que, con toda seguridad, debía ser el cadáver de su esposa. Y así, el apacible Wilt pasa a convertirse en enemigo público para Scotland Yard...

He aquí la tradicional foto con rubia, que si no me tacharán de intelectual

¿Por qué os hablo de este libro? Porque he leído muchos libros con tintes humorísticos, desde Terry Pratchett y Douglas Adams hasta P. G. Wodehouse o El Gran Wyoming, pero nunca me he reído tanto con un libro.

Hasta aquí la recomendación literaria de hoy. Si lo leéis y no os hace gracia, no me culpéis a mí... ¡Ah! Para los que de verdad seais chimpancés comequesitos, hay película de este libro.