23 mayo 2006

El síndrome de la princesa y el guisante

Hoy, continuando con la serie de artículos médicos "Los males de Azi", tras "Síndrome de Sibyl Vane", "¡Oh, cielos! ¡Tengo pulgar ejecutor!" y "Qué hacer si su organismo está del revés" (sí, soy como Monty Burns, el único motivo por el que sigo coleando es porque los virus se acumulan y estorban unos a otros al intentar acabar conmigo), os hablaré del Síndrome de la Princesa y el Guisante.

La historia de la que partiremos la recuerdo más o menos así:

Había una vez un príncipe que buscaba una princesa para amistad y lo que surja. El príncipe conoció a muchas damas que afirmaban poseer sangre azul (el antecedente del "soy alto, rubio y con los ojos azules" de los chats actuales), pero siempre acababa descubriendo, desilusionado, que no era así (y las princesas wannabe acababan en Salsa Rosa o algún rollo similar). Lo que no sé es cómo lo descubría: si con rollos tipo "te encaja el zapatito de cristal", contratando los servicios de Mars Investigations (vale, esta probablemente no) o por métodos más propios de algún Hannibal Lecter.

El caso es que una noche de lluvia llamó a su puerta una joven que afirmaba ser princesa de un lejano país, solicitando refugio para pasar la noche. El príncipe se mostró reticente (y no me extraña, la verdad es que la escena no encaja mucho...), pero aceptó porque tenía buen corazón (o porque pensó "a esta lunática me la trinco..."). Para comprobar la veracidad de la historia, la mami del príncipe, es decir, la reina, decidió colocar un guisante bajo los veinte colchones y veinte edredones en los que harían dormir a la supuesta princesa.


Una rubia en la cama... Este blog siempre da al público lo que pide

A la mañana siguiente, preguntaron a la invitada qué tal había dormido, a lo que ella respondió "¡Muy mal! No sé qué es lo que habría en mi cama, pero era algo duro que no me ha dejado dormir en toda la noche" (Jo, de verdad que me cuesta mucho no hacer chistes con esto...).

El príncipe y la reina comprendieron que solo una verdadera princesa podría ser tan sensible como para quejarse del guisante (y no hacer ni un comentario acerca de que la obliguen a dormir bajo veinte edredones), y por ello príncipe y princesa se casaron y se dedicaron a escribir discursos de navidad juntos.

Parece un inocente cuento de hadas con final feliz, ¿verdad? Eso es porque no os habéis parado a pensar en el drama de la pobre princesita. Y no lo digo por la cantidad de chistes que se van a hacer sobre ella en la revista "El Jueves". Me refiero a que tanta sensibilidad realmente le dará problemas para llevar una vida dichosa.

Estas complicaciones que muchos padecemos (y que Marvin expersaría con algo parecido a "su capacidad de ser feliz cabe en una caja de cerillas... sin sacar los fósforos antes") son lo que llamamos "Síndrome de la princesa y el guisante". Puede parecer otra tontería de esas que me invento, pero es una putada que la menor ráfaga de viento (para la princesa, un guisante. En mi caso es un poco más complejo, en plan dos guisantes. ¿No molaría medir el mal rollo que dan las cosas por guisantes? "Jo, me han echado de casa, vaya dramón de 5 guisantes". "¡Ánimo, tío!, que eso no es problema ni de un guisante...") haga tambalearse tu bienestar.

Diógenes y Alejandro Magno en la puerta de Bolsón Cerrado

Afortunadamente, en muchos casos el síndrome es estacional y no se manifiesta continuamente. ¿Existe una cura? Acepto sugerencias, pero se me ocurren un par. Así a corto plazo, probablemente el cinismo (rollo Diógenes y su "Puedes apartarte para no quitarme la luz del sol"). A largo plazo, tal vez madurar... ¡y por ahí si que no paso!

11 comentarios:

Monica Geller dijo...

Pero, tus guisantes ¿que son?, ¿que se queden con toda la manta al dormir?, ¿que dejen el cartón de leche casi vacío dentro de la nevera?, ¿lo del tubo de pasta de dientes?, ¿que las lesiones te impidan practicar la postura "perros de caza en la primera luna de otoño"?
Mi guisante ahora mismo, un catarrazo a 3 días de un examen importante, me voy a tener que perder mis clases de salsa, lo veo venir.

Charming loser dijo...

Jo, ¿por qué no pueden ser mis guisantes algo metafísico? ¡Déjame ser más misterioso!

Ponte buena pronto...

Anónimo dijo...

Todo lo metafisico que tu quieras. Pero con el tubo de dientes han clavado tu concepto de "guisante" :P

Charming loser dijo...

No es lo mismo que me gusten las cosas bien hechas que montarse movidas drásticas por ello.

Ahora bien... ¡al que toque mi tubo de pasta de dientes lo mato!

Sveret dijo...

¡Violento!

Mi único guisante (o guisantazo) es el hecho de estar en la empresa de las prácticas todo el día...

Charming loser dijo...

Eso no es un guisante, eso es una putada, como todos sabemos :P

Illuminatus dijo...

A todos nos llega el existencialismo, Al. Prefiero deprimirme con la mierda de futuro laboral que me espera...

Chandler dijo...

Tengo un guisante el día 23-J...

Charming loser dijo...

Mucha suerte con ello, tío :)

Charming loser dijo...

Illu, la bata te quedaría genial, seguro, tú ataca por ahí ;P

Chandler dijo...

¡Muchas gracias! Si al final la tengo, ¡toca celebración!